“Que el calendario no venga con prisa”

Atravesamos un momento de la historia en donde las relaciones humanas se han modificado por la relación con el tiempo, las cosas que suceden y nos suceden van a un ritmo vertiginoso, con lo cual, sin darnos cuenta dejamos pasar la simplicidad de aquello que nos llega a el alma, de aquello que es capas de cambiarnos el humor, de aquello que es capaz de devolvernos una sonrisa al rostro, un sentimiento de alegría, un momento inolvidable. Sin embrago, inolvidable como lo pueden ser los buenos momentos, los dejamos desbandarse; la sonrisa de un niño, un momento con amigos, un detener el tiempo para ver lo bueno en lo que siempre vemos lo negativo. Entonces, de lo que se trata es de disfrutar el día, el momento a momento, de lograr, como dice el cantautor Joaquín Sabina; “Que el calendario no venga con prisa”; “Que gane el quiero la guerra del puedo”; “Que los que esperan no cuenten las horas”; “Que el fin del mundo te pille bailando”; “Que el corazón no se pase de moda” “Que cada noche sea noche de bodas”.En lo cotidiano las relaciones humanas se vuelven frívolas, el vecino ya no es vecino, el amiguito del barrio ya no es amigo, el jugar en la plaza del barrio ya no resulta divertido, el Martín pescador desaparece, el policía y el ladrón también, la tortitas de barro ya no se hacen, el rin raje deja de sonar, las canicas dejan de chocar, el gallito ya recuperó la vista, el barrilete no puede despegar y en invierno la chueca se deja de jugar.En fin, en la sencillez de las cosas están los buenos momentos resistentes al tiempo y al olvido.